Jesús Martínez y su hija Sara animaron a sus vecinos el confinamiento con piezas musicales que cada día interpretaron.

Jesús Martínez y su hija Sara animaron  a sus vecinos el confinamiento con piezas musicales que cada día interpretaron.

Jesús Martínez Cánovas es profesor superior de clarinete, musicólogo y psicólogo.

Trabaja como profesor de Música en el IES Juan de la Cierva y Codorníu de Totana desde hace 20 años y colabora como profesor de Lenguaje Musical en la Escuela de Música de Totana.

Sara Martínez Andreu estudia 1º de Grado Profesional de violín en el Conservatorio de Lorca y estudia 2º de la ESO. Le gusta mucho cantar y pintar, algo que hace siempre que puede en sus ratos libres.

Pero sobre todo, este padre y su hija son dos amantes de la música, que durante el estado de alarma han estado animando cada día con melodías variadas a sus vecinos interpretando diferentes piezas musicales desde el balcón de su casa.

 

¿Cómo surgió la iniciativa de empezar a tocar en el balcón?  

La iniciativa se empezó a comentar en un chat de profesores de música en el que valorábamos cómo poder contribuir desde nuestras casas, a través de la música en directo, a paliar la dureza del confinamiento y aportar nuestro granito de arena para sacar una sonrisa a nuestros vecinos cuando todo parecía venirse abajo. A raíz de ello, COAEM, la Confederación de Asociaciones de Educación Musical, de la que formamos parte miles de docentes de música de toda España, propuso elaborar un repertorio común entre todos, diferente para cada día, de forma que cualquier profesor y alumno de música de toda España pudiera adherirse a esta iniciativa y tocar en su balcón cada día una pieza musical diferente.

Surgió así la iniciativa “Música viral” (#musicaviral) y durante su primera semana se acordó hacerlo todos los días a las 12:00 horas. Por diversos motivos, a partir de la segunda semana COAEM propuso cambiar el horario a las 19:00 horas, aunque nosotros siempre hemos mantenido el horario original de las 12, pues nuestros vecinos ya estaban en sus ventanas a esa hora, la calle estaba más tranquila y pensábamos que para todos nosotros sería una forma especial de empezar el día con una sonrisa.

 

¿Qué criterios habéis seguido a la hora de elegir la música? 

Al principio se hicieron propuestas de canciones comunes para todos los que quisieran participar desde sus casas. Nosotros empezamos de este modo, pero al cabo de dos o tres días nos dimos cuenta que esta experiencia nos daba la oportunidad de sacar a la luz un repertorio de canciones y piezas musicales de diversos estilos y épocas, con un gran valor musical para tocar juntos y que además, contaban una historia que nos resonaba mucho a todos, pues hablaban de cosas que estaban sucediendo en la vida real y emociones que sentíamos en esos momentos desde nuestras casas. Por ello, a partir de la segunda semana, Sara y yo fuimos seleccionando y tocando un repertorio concreto para cada día y momento del confinamiento, adaptando las partituras  originales para el clarinete y el violín, y a veces también para la flauta dulce con mi hija Alicia o la flauta travesera con mi hija Laura y de este modo poder tocar todos juntos. 

En este sentido, hemos tenido que hacer diferentes arreglos musicales para que algunas piezas pudieran tocarse y tuvieran un acompañamiento musical apropiado, ya que la interpretación de canciones vocales para ser interpretadas por diferentes instrumentos requería de la adaptación de una serie de elementos musicales como la tonalidad, la rítmica, el tempo o la textura, entre otros.

En todo este tiempo siempre hemos intentado escoger aquellas canciones que mejor se adaptasen al momento del confinamiento en el que nos encontrábamos cada día. 

Todas ellas con un mensaje esperanzador y optimista, tratando de reflejar las diferentes emociones que se han ido sucediendo en este tiempo y que la pieza musical sirviera de apoyo y agradecimiento a todos los que estaban escuchándonos, a veces cerca y otras veces en la distancia. 

Normalmente esta elección se hacía la tarde de antes, pero en algunos casos, por cuestiones de tiempo esa misma mañana nos sentábamos a decidir la canción y a ensayar el arreglo para ese día. Cuando ha habido algún imprevisto, que los ha habido, por rotura de cuerdas del violín o por estar terminando Sara alguna prueba o actividad con su profesor en ese momento, he salido yo solo a tocar con mi clarinete.

 

¿Qué piezas habéis tocado? 

Comenzamos el domingo 15 de marzo y desde COAEM se propuso concluir el domingo 17 de mayo. A lo largo de este tiempo hemos interpretado 64 piezas musicales, una cada día de forma ininterrumpida a las 12 de la mañana, de diferentes estilos y épocas. Todas son canciones que simbolizan algún momento de nuestra vida, que nos hacen pensar y valorar lo que tenemos y que al mismo tiempo tratan de ofrecer un momento de alegría y optimismo a nuestros vecinos y a quienes nos escuchan en la distancia. 

De este modo, cada día nos proponíamos ofrecer una canción a diferentes personas, a quienes iba especialmente dirigido nuestro agradecimiento musical: a los niños con “Había una vez un circo”, “Hola Don Pepito”, “Chiquitita” (en el Día Internacional contra el maltrato infantil), “Que canten los niños” o “We are the world” (en el Día  internacional del niño hospitalizado).

A nuestros mayores con “Un beso y una flor”, “Un velero llamado libertad”, “El baúl de los recuerdos” y “Amparito Roca” o “We are the champions” en el Día Internacional de mensaje de ánimo y optimismo como “Viva la vida” de Coldplay, “La vida es bella”, “I will survive”, “Cantando bajo la lluvia”, “Mañana” del musical de Annie, “Gloria”, “Let it be” “Nessun Dorma”, “The final countdown”, “Libre” o “Hallelujah”, entre otras, así como piezas musicales específicas de algunas fechas señaladas, como “20 de Abril” de los Celtas Cortos, “Quién me ha robado el mes de Abril” de Joaquín Sabina,   Sevillanas” para la Feria de Abril, “María la portuguesa” en el Día Internacional de la lengua portuguesa, “Los oficios” y “Soy minero” en el Día del Trabajo, “Madrecita Mª del Carmen” en el Día de la madre, “Preludio del Te Deum” en el Día de Europa, “No dudaría” en el Día Internacional de la Convivencia en paz o “La Parranda” en el día del Bando de la Huerta, entre otros ejemplos. 

La idea siempre ha sido que cada canción contenga un mensaje de ánimo, agradecimiento y reconocimiento a los que nos escuchaban, con un pequeño guiño al día en el que estábamos.

 

¿Cuál ha sido la respuesta de vuestros vecinos? 

Increíble. Ellos han sido los protagonistas de esta situación, pues la música iba dirigida en todo momento a ellos y desde el primer día han respondido con su cariño y aplausos, con su conversación y altruismo, dejándose lo que estaban haciendo para salir unos minutos al balcón y escuchar una canción dedicada. Sin lugar a dudas esta iniciativa no hubiera sido lo mismo sin su respeto y agradecimiento cada día y me consta que cuando no han podido salir al balcón o la ventana han visto el video con igual ilusión que cuando lo escuchaban en directo. Además, algunas de ellas han ido dedicadas especialmente para ellos, como “Muñequita linda”, “Amigos para siempre” o “Hay un amigo en mí” y en más de una ocasión la música se ha prestado a bailar y lo han hecho desde sus balcones, como en “Paquito el chocolatero”, “Another day of sun”, “The enterteiner”, el “Can-can”, “Tico-tico no fubá” o “El Danubio azul” entre otras piezas.

 

¿Consideras que la música ha sido un instrumento fundamental para hacer más llevadero el confinamiento? 

Creo que en los tiempos que hemos vivido, la música ha servido de refugio para muchas personas, un espacio de paz y tranquilidad ante la incertidumbre, y un momento que disfrutar con uno mismo y con los demás, en mi caso con mi familia. Paradójica situación la que se produce en estos momentos en los que la cultura, y la música en particular, se ha visto relegada por las administraciones educativas como algo superfluo, cuando hemos visto en hospitales y hogares como la música ha sido de gran ayuda para muchas personas que en momentos cruciales como estos la han necesitado.

Tanto Sara como yo queremos creer que muchas canciones han resonado en la mente de todos a lo largo de este tiempo, tratando de hacer un poco menos duro este confinamiento.

La música siempre ha dado aliento a las personas y ha tenido un papel protector frente al desánimo y la tristeza a lo largo del ciclo vital. Toda mi experiencia como músico y docente me ha servido para darme cuenta de con qué poco se puede cambiar el ánimo de una persona, pues una melodía en su justo momento puede conseguir modular una emoción y reconducirla de un modo más saludable hacia otra diferente.

 

¿Fue una idea tuya y te secundó tu hija o te costó convencerla? 

La idea de que participase mi familia la tuve clara desde el principio, pues la interpretación instrumental es para mí la base primordial para que los niños puedan disfrutar de una experiencia agradable con cualquier tipo de música en el futuro, propiciando con ello que aprecien otros estilos y diversifiquen sus gustos musicales. No quería desaprovechar la ocasión con mis hijas y en la medida de lo posible he intentado que estuvieran. La edad de cada una es diferente, lo que condiciona mucho su receptividad y la aceptación de aparecer en una “mini actuación” ante un público.

Mi hija Sara ha salido siempre que ha podido, prácticamente en la totalidad de las piezas, ya que le hacía mucha ilusión poder tocar canciones diferentes cada día conmigo.

Como muchas de las piezas no las conocía, ha hecho un esfuerzo importante en aprendérselas y aunque algunas piezas le han costado más que otras, ella mismo reconoce que todas han acabado por gustarle.

Mis otras dos hijas han participado cuando la obra no podía hacerse sin ellas y siempre que han querido. Desde aquí vayan estas palabras para agradecerles de todo corazón su esfuerzo y constancia a lo largo de estas semanas.

 

¿Te ha sorprendido la repercusión ya que algunos vídeos de las interpretaciones que habéis realizado se han viralizado?

 Me ha sorprendido absolutamente. No fui consciente hasta que uno de los primeros días, un amigo me llamó para decirme que me había escrito por Twitter un periodista de TVE y otro de La Sexta interesados en poner un fragmento de algunos videos, ya que les había parecido una iniciativa muy bonita que compartir con los espectadores. 

Poco después mi mujer me dijo que había mucha gente que compartía y veía los videos y agradecían este momento musical, incluso desde diferentes países del mundo, lo cual me deja perplejo, aún hoy todavía, pues nuestra intención ha sido siempre la de sacar una sonrisa a nuestros vecinos, de una forma muy modesta y sincera.

 

Tu eres profesor de música, ¿cómo estás desarrollando tu trabajo en estos días? 

Pues la verdad es que en el aula solemos tocar muchas piezas en grupo, a veces con la flauta que ellos tienen y otras veces con las guitarras y los teclados electrónicos que tenemos en clase.

Esto ahora no es posible, ya que los alumnos solo disponen de su flauta y además, la tecnología no permite tocar de forma simultánea en directo desde varios lugares a la vez, por la latencia en la señal. Por ello, y al igual que otros muchos profesores, nos hemos tenido que reinventar con las videoconferencias, los video tutoriales y plataformas de aprendizaje en línea para mantener el interés y el nivel de los alumnos. En mi caso, he buscado que los chicos refuercen lo que ya habían aprendido conmigo en clase, a través de algún proyecto final, como por ejemplo la creación de un programa de radio, en el que poder aplicar sus conocimientos teóricos y prácticos en algo tangible y que diera sentido a todo lo que han aprendido en clase.

 

¿Cómo crees que nos va a cambiar la vida el coronavirus a nivel personal? 

A nivel personal estamos todos bastante afectados, nadie es indiferente a lo que ha ocurrido y no podemos olvidar las muchas familias que han perdido a un ser querido y los hogares que han visto peligrar su puesto de trabajo o lo han perdido directamente. Los niños sufren esto también y aunque tienen una mayor capacidad de recuperación que los adultos, algo que saco en claro de esta situación es que hay que compartir con ellos y con nuestros mayores más tiempo que nunca, estrechar y fortalecer el vínculo con ellos, cuestiones que, por la rutina diaria, no habíamos reparado y que ante esta amenaza hemos visto peligrar como nunca antes.

No deberíamos esperar a ninguna situación de emergencia para compartir nuestro tiempo con quienes más queremos. En este sentido, nuestro ratillo del balcón ha supuesto compartir muchos momentos con mi mujer y mis hijas y también con mis vecinos, con los que se ha creado un vínculo muy especial. Esta es la parte positiva que me llevo de esta situación y que siempre recordaremos cuando todo esto pase.

Redacción Totananoticias.com

(Entrevista en LINEA LOCAL - TOTANA NOTICIAS Mayo 2020)