María Martínez Martínez, en las entrañas de la UCI. (Entrevista en Linea Local en Diciembre de 2019)

María Martínez Martínez, en las entrañas de la UCI. (Entrevista en Linea Local en Diciembre de 2019)

María Martínez Martínez lleva la Medicina en la sangre, no en vano su padre es anestesista y su hermano oftalmólogo.

Estudió en el colegio “Tierno Galván”, donde su madre ha sido muchos años maestra y directora, y posteriormente en el IES “Juan de la Cierva”.

Siempre ha vivido de cerca la Medicina y por eso tenía clara su vocación por lo que ya en el instituto se lanzó a intentar obtener una buena nota de Selectividad para poder estudiar esa carrera. Aunque la obtuvo, no fue suficiente para poder entrar en la Facultad de Medicina de Murcia y por eso su primer año de carrera lo hizo en Cádiz, para ya a partir de segundo regresar a tierras murcianas y acabar licenciándose por la Universidad de Murcia.

Cuando acabó, se fue un año a Oviedo para preparar el examen del MIR (Médico Interno Residente) en una prestigiosa academia y tras presentarse y aprobar eligió la especialidad de Cuidados intensivos y realizó los cinco años de residencia en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca.

Como todo residente, María ha conocido los diferentes aspectos del trabajo en un centro hospitalario, pues durante la residencia se rota por los diferentes servicios y especialidades  hasta llegar a la suya propia.

Aunque también le gustaba la especialidad de anestesia por tradición familiar, confiesa que no quería abandonar Murcia, una tierra que le gusta mucho, por lo que se decantó por Cuidados intensivos, algo de lo que no se ha arrepentido pues en ella ha encontrado su sitio y no sólo le encanta sino que le apasiona su trabajo. Además, recuerda en este sentido unas palabras que le dirigió su padre cuando estaba indecisa, quien le dijo: “María, al final lo que te gusta es lo que sabes hacer” y en esas está desde entonces, en saber hacer lo mejor posible su trabajo.

Tras acabar la residencia consiguió quedarse a trabajar en el Hospital Virgen de la Arrixaca y allí sigue desde entonces, aunque ahora se encuentra en fase de baja por maternidad tras haber dado a luz recientemente a su segunda hija.

De su trabajo destaca que lo más gratificante es cuando se consigue sacar adelante a un paciente que lleva mucho tiempo ingresado. Por contra, lo más duro, lógicamente, es perder a enfermos y en especial a gente joven: “Cuando fallece alguna persona joven es muy duro.

Recuerdo por ejemplo el caso de una chica joven que sufrió una hemorragia cerebral a punto de casarse”, señala, destacando que aunque procuran no llevarse los problemas a casa, ante todo son personas y hay situaciones que tocan la sensibilidad.

En este sentido, indica que “no es que se haga callo con los años de profesión porque eso creo que nunca pasa porque tratamos con personas, sino que muchas veces ya sabes lo que va a pasar con un paciente, conoces cuál va a ser el desenlace, y lo que tratas es que el proceso sea lo menos doloroso posible. Morir tranquilo también es difícil de conseguir y ayudar a que la gente se vaya de la mejor manera y sufriendo lo menos posible, aunque es duro, también es gratificante”.

Ahora trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos y en concreto en la Unidad de Trasplante hepático y Páncreas-riñón.

Su experiencia en esta unidad le hace hablar con propiedad cuando dice que “Murcia es una de las comunidades que  está a la cabeza en materia de trasplantes y donantes”.

Precisamente, ella intervino en un reportaje sobre trasplantes del programa Crónicas de TVE emitido hace meses explicando el trabajo que se realiza y cómo ha cambiado el perfil de los donantes en los últimos años, pasando de ser personas más jóvenes a más añosas que han sufrido hemorragias cerebrales o ictus isquémicos.

Señala que la UCI del Hospital Virgen de la Arrixaca es una unidad que recibe trasplantados pero también genera donantes y detalla que por ejemplo no se realizan intervenciones de pulmón pero sí de otros órganos como corazón, renal, hepático... y resalta que de este último tipo es uno de los lugares de España donde más se practican.

Su función en la unidad es realizarle el seguimiento a los pacientes, controlar el tratamiento y en definitiva, avanzar con él en el proceso del trasplante hasta que pueda pasar a planta.

Dice que hay pacientes que pasan poco tiempo y otros en cambio mucho más según las circunstancias y recuerda casos de personas que han rechazado el trasplante en las primeras horas y han necesitado de manera urgente otro órgano, de manera que se ha tenido que activar un código 0 a nivel nacional, para que en caso de que haya un donante tenga prioridad dada la urgencia.

Cuando uno sale de trabajar no deja de ser médico y tanto María como su marido, también sanitario y a quien conoció precisamente haciendo la residencia en Cuidados intensivos, lo demostraron hace un par de años en pleno desfile del Carnaval de Totana. Al paso de uno de los grupos, un joven participante se desplomó y María y su marido no dudaron en auxiliarle mientras llegaba la ambulancia, conocedores desde el primer momento que no se trataba de una caída casual sino de algo serio. En esos críticos momentos, recuerda María, también estaban Antonia López, médico de UCI del Hospital Morales Meseguer, y su marido Juan Sánchez que es enfermero y los compañeros de Protección Civil. Efectivamente, su  intervención realizando masajes cardíacos y después cuando llegó la ambulancia aplicando descargas con el desfibrilador sin duda fue clave para que el joven saliera adelante. “La verdad es que fue una situación de tensión porque sólo disponíamos de nuestras manos hasta que llegó la ambulancia, pero afortunadamente se le pudo estabilizar”, indica, mientras señala que es la única vez que ha tenido que intervenir fuera de su trabajo.

María se declara afortunada de poder dedicarse a la Medicina, una profesión que obliga a estar en permanente reciclaje y formación, resalta: “Es una profesión que implica mucho sacrificio porque siempre tienes que seguir estudiando. Pero es muy gratificante y muy bonita”, matiza, al tiempo que detalla que en España disponemos de “un sistema sanitario envidiable”.

Ello no impide que disponga de tiempo para otras aficiones. Entre ellas, María destaca que lo que más le ha gustado desde siempre ha sido el baile, que practicó en la Academia de Loles Miralles desde los cuatro años hasta que empezó a estudiar la carrera, y sobre todo viajar.

Ahora, aunque ya tenga dos hijas no le ha frenado las ganas de conocer sitios y lugares nuevos y dice que por ejemplo en 2017 viajó con su hija mayor y su marido hasta Nueva Zelanda.

Sus referentes en el campo de la medicina, además por supuesto de su padre, son sus compañeros ya mayores con los que ha podido trabajar, muchos ya jubilados, y de los que dice le enseñaron muchas cosas en materia de medicina interna, algunos de los cuales resalta que fueron pioneros en su campo.

Ahora es ella la que también tiene residentes a su cargo, aunque reconoce que, a pesar de tener una madre maestra, la docencia no es lo suyo: “Soy más bien dura, pero porque es una responsabilidad y quieres que los que estén a tu cargo se formen bien”.

María anima a todo aquel que quiera dedicarse a la Medicina a que si tiene vocación siga adelante, a pesar de que es un camino que precisa mucho estudio y esfuerzo: “Es una carrera que implica mucho sacrificio y dedicación porque hay que estudiar mucho y luego, como profesional tienes que seguir toda tu vida estudiando y ampliando conocimientos, pero es muy gratificante y muy bonita porque en definitiva tratas de ayudar a los demás”.

Redacción: totananoticias.com