El preso resucitado en Asturias: Lo primero que recuerdo es estar en una bolsa negra

El preso resucitado en Asturias: Lo primero que recuerdo es estar en una bolsa negra

Lo primero que recuerda es que estaba dentro de una bolsa negra. Como no podía hablar, empezó como a hacer rugidos. Entonces un médico comenzó como a notar los rugidos y abrió la bolsa cuando lo tenían ya para hacerle un autopsia y el médico se asustó mucho. Mi marido se puso a chillar y a sacar los brazos fuera de la bolsa y luego comenzaron a ponerle aparatos y medicamentos para recuperarlo". Así ha contado Gonzalo Montoya a su esposa su increíble resurrección en el Instituto de Medicina Legal de Oviedo, el pasado domingo, cuando estaban a punto de realizarle una autopsia. El joven, de 29 años, amaneció aparentemente muerto en su celda del centro penitenciario de Villabona (Asturias) después de que se tomara un puñado de pastillas con la intención de quitarse la vida. Dos médicos de la prisión lo dieron por muerto y así lo certificó también el facultativode la comisión judicial que acudió a Villabona para ordenar el levantamiento del supuesto cadáver.

"Hablando en plata, casi me matan a mi hijo, casi me lo asesinan, porque él estaba vivo. No sé cómo estos dos médicos que daban el alerta de que él estaba muerto lo pudieron pasar por alto, más el juez que enviaron a la cárcel...", cuenta atropelladamente José Carlos MontoyaPepe, padre del protagonista de esta increíble historia, aún aturdido por el shock de haber creído durante unas horas a su hijo muerto. "Lo metieron en la bolsa, lo trasladaron en una funeraria hasta llevarlo a las autopsias, me lo metieron en la congeladora y, luego, cuando le iban a hacer la autopsia, ya marcado, al sacarlo de la bolsa para ponerlo encima de la camilla, mi hijo dio estado de que estaba vivo, se movió y roncó. E inmediatamente lo pasaron para el Hospital Central de Asturias. Y por eso ahora mi hijo tiene tocado un poquito el riñón, de meterlo en la nevera ha cogido la enfermedad esta del frío [neumonía] y le han sacado un montón de líquido de la espalda, está completamente desfigurado, muy hinchado...».

Situémonos un día antes de los hechos, el sábado 6 de enero, día de Reyes. La esposa de Gonzalo, Catia Tarancón, de 30 años, lo visita en prisión y le lleva, tal y como él le ha pedido, algunas fotografías de los cinco hijos de la pareja, de entre 15 y cuatro años. Al mayor, Marcos, lo tuvo Gonzalo cuando sólo tenía 14. "Yo lo vi triste, llorando por los críos, que tenía ganas de estar con los críos, ya te queda poco, estoy hay que pasarlo... Lo vi triste, pero esto no me lo esperaba... Es que se murió y resucitó otra vez", cuenta la esposa, aún aturdida por lo sucedido. Pronunció también Gonzalo unas palabras en las que Catia entonces no reparó: "Mañaña [por el domingo] me sacan para afuera". "Y, efectivamente, salió, pero muerto", interviene Pepe, el padre.

A la familia no le sorprendió el estado de ánimo de Gonzalo, que arrastra, según explican los Montoya, un complicado historial psicológico y varios intentos de suicidio previos. "Esta vez se tomó un bote de pastillas de su medicación", explica Catia. "Allí en Villabona se las tomaba para los nervios, para dormir. Él tiene claustrofobia y ataques epilépticos, no puede estar encerrado en una celda, y hacía tres días que a su compañero le dieron la libertad y se agobió mucho... No sé que pasó que al día siguiente lo encontraron muerto".

La familia cuenta que Gonzalo ya había intentado suicidarse o lesionarse anteriormente al menos en dos ocasiones. Nada más entrar en prisión, aseguran, quiso colgarse con una cuerda pero un preso lo vio y se lo impidió. Otra vez se cortó en un brazo en presencia de varios funcionarios. Visto este historial, resulta sorprendente que manejara un bote de pastillas, según asegura la familia. "Cada vez que voy a comunicar con mi hijo me las enseña, seguramente le dan para 15 o 20 días. Las cogió y se las comió todas, muchísimas", dice el padre.

Preguntados por el manejo de la medicación que tenía Gonzalo y por la actuación de los médicos de prisión en el caso, Instituciones Penitenciarias sólo responde que, "como sucede con cualquier incidente en prisión, se ha abierto una investigación para el esclarecimiento de los hechos". Los Montoya, por su parte, han contratado los servicios de un despacho de abogados, que está estudiando el caso con vistas a emprender acciones legales. "Pido, como padre, ya que le queda muy poco para cumplir su condena y por lo que pasó, porque lo dieron por muerto, el indulto», dice Pepe.

A Gonzalo Montoya Jiménez, el pequeño de cuatro hermanos, todos chicas menos él, lo apodaron nada más nacer El Chino. "Tenía los ojos tan achinados que empezamos a decir este no es hijo de un gitano, es hijo de un chino", cuenta su padre. La familia, perteneciente a un clan gitano muy arraigado en Asturias, se ha dedicado siempre a la venta de chatarra. Fue precisamente un robo de chatarra, "en Central Lechera Asturiana", según explica el progenitor, lo que lo llevó a prisión con una condena de tres años y seis meses de cárcel, de la que sólo le quedan seis meses por cumplir. A decir de los Montoya, en este tiempo no ha disfrutado de ningún permiso penitenciario. "Secuelas le van a quedar y bastantes. Lo que quiero es que lo saquen para casa, para que no lo vuelva a repetir", pide su esposa. Tras varias horas en un refrigerador mortuorio y dos días en la UCI del HUCA (Hospital Universitario Central de Asturias), el martes por la tarde, Gonzalo Montoya fue trasladado a planta.

Toda la información en el siguiente enlace EL MUNDO:

http://www.elmundo.es/espana/2018/01/10/5a55239346163fc44b8b4589.html