El Buscón totanero: venturas y desventuras de un político de mi ciudad. (Artículo J.Nortes)
Si atendemos a las enseñanzas de alguno de los filósofos que más han influido en mi pensamiento, Escohotado, tenemos que dejar claro, irremediablemente, que la realidad siempre es más compleja que la imaginación o, expresado con diferentes términos, no hay construcción en la imaginación que no se sirva de elementos existentes en la realidad. Esta complejidad, sin duda, nos debe poner en alerta ante los acontecimientos que el transcurrir de la vida nos depara. Este, y no otro, es el motivo que subyace al escrito que un servidor lanza a los medios para categorizar a alguno de nuestros sujetos políticos en cuestión; a saber, al señor concejal Lidón, historiador y erudito donde los haya, valga la ironía. Lo de historiador no lo pondré en duda, aunque si les soy sincero, señores lectores, cuesta creerlo, pero supongo que estará acreditado de su correspondiente título oficial. Ahora bien, lo de erudito y escritor es otro cuento u otra historia dado el protagonista al que nos referimos.
Comencemos con las aclaraciones pertinentes, dado que sus grotescos comentarios parecen demandarlos, señor Lidón, si atendemos al plano legal, que tanto le gusta aunque mucho me temo que poco comprende, soy filósofo porque mi titulación así lo acredita, soy filósofo porque me dedico a impartir, entre otras cosas, Filosofía, pero, fundamentalmente, soy filósofo por condición, por mi afán de cuestionar o interrogarme por todo cuanto puedo, por mi gusto por el conocimiento en general, por mis lecturas e investigaciones, por mi personalidad. Podría haberse hecho un favor y haber preguntado por mí antes de escupir tal blasfemia, quizá se sorprendería de las respuestas de la gente sobre mí, no de las mías propias. La simpleza de sus ataques y comentarios, mucho me temo que están a la altura de su intelectualidad, dado el análisis que usted mismo se ha empeñado que haga tanto de sus participaciones en la vida pública como de sus publicaciones. Usted habla de mis estudios de Filosofía, pero se olvida de los de Matemáticas, Economía, Lenguaje, Física, Química, Biología, Tecnología, Educación Social, Trabajo Social, Relaciones Laborales, entre otras. Si, en vez de emitir juicios de valor, se hubiese ocupado por indagar un poco acerca de mi actividad profesional, se daría cuenta del craso error cometido. Simplemente, podría haber echado un vistazo al cartel de los productos que doy, quizá hubiese cambiado su pensamiento. Probablemente, si de otro sujeto se tratase, me hubiese molestado el hecho de que ponga en duda mi condición de filósofo, sin embargo, dado que sus expresiones denotan que usted no sabe de la Filosofía ni por la letra que empieza, permítame que no me afecte en absoluto. No me haga recordar sus llamadas pidiéndole a un filósofo que no hiciera citas en los medios de comunicación, esas peticiones lo retratan más y mejor que todas las palabras que le pueda dedicar en este artículo. Pero para que usted vea que lo tengo en consideración, permítame hacerle una serie de aclaraciones. Señor Lidón, escritor y político intelectual donde los haya, en uno solo de sus artículos publicados en los medios de comunicación, he encontrado trece errores ortográficos y gramaticales, lo que pone de manifiesto que tiene la capacidad de la lectura, pero no la ejerce, o lo que es lo mismo, probablemente, usted se quedó anclado en la historia, pues a tenor de sus escrituras mucho me temo que la última obra que usted leyó estaba esculpida en piedra.
No se lo tome a mal y permítame darle una serie de consejos; los gentilicios se escriben en minúscula. Más, en los términos en los que usted se refiere, está acentuado. “Hojalata” referida a la aleación de metales se escribe con hache. “Está”, cuando es una forma verbal, se acentúa siempre, al igual que las palabras esdrújulas. Los puntos y comas, supongo que fueron extirpados de su antigua máquina de escribir, cuando todavía leía. Las introducciones van separadas de la oración principal por coma, más aún si lo que usted quiere utilizar es una aposición explicativa. En su intimidad, repita conmigo, sujeto, verbo, predicado, punto. No complique más la escritura de aquello de que sea capaz, queda realmente mal ante la gente ilustrada. Debo dejarle claro que si usted fuese uno de esos sujetos que por condicionantes de la vida no hubiese podido estudiar no le haría estas correcciones, pues es de admirar aquellos que tuvieron que dejar sus estudios aparcados para colaborar con sus familias, he de suponer que este no es el caso de un historiador. Casi me obliga usted a comprar una máquina de oxígeno para poder realizar una lectura profunda de sus textos.
Sin duda alguna, usted adolece de todos los males de un escritor que no pasó de los trabajos por obligación o, en cierto sentido, acomplejado. Las lecturas estimulan, en algunas mentes, un cierto sentido para detectar errores y aciertos. Creo que tendrá otros talentos; desde luego, este no es el suyo. Ahora bien, para que usted se dé cuenta de que el simple hecho de dedicarle un artículo ya muestra mi respeto hacia su persona, he de reconocerle que le he dedicado un importante lugar entre las obras de mi biblioteca y videoteca personal, más concretamente en la sección de “obras serias” acompañando, entre otras, a las películas de Torrente. No en vano, creo que es usted al mundo intelectual lo que el protagonista de dichas películas a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Otro de los aspectos que me gustaría aclararle, dada su confusión, es la de etiquetarme como ocupa, no teniendo en cuenta que ocupo la plaza por invitación de la directora del programa y los dueños de la radio. Debe usted aclararse en la utilización de conceptos, su escaso dominio de la lengua lo deja en muy mal lugar. Supongo que no habrá reflexionado sobre el hecho de que llamarme ocupa cuando los dueños quieren mi participación lo asemeja a usted a los peores personajes de la acción que me atribuye; a saber, a aquellos que se lucran vendiendo plazas que no le corresponden. Tampoco repara usted en el hecho de que son las acciones lo que nos definen y no las palabras. Es usted uno de los mejores estandartes del despotismo ilustrado: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Se te ve el plumero señor Lidón, pensarse más listo que los demás, no hace sino ponerle en el lugar que se merece, junto a los ignorantes, recuerde a Sócrates, si lo estudió, de lo contrario le aconsejo ponerlo en Google, quizá y solo quizá aprenda usted algo.
Para terminar, y dadas sus aspiraciones intelectuales, le he adjudicado un lugar entre los personajes de unos de los más grandes escritores de nuestra lengua; a saber, tiene usted el honor de ser uno de los protagonistas de la obra de Cervantes, más concretamente, me recuerda demasiado a la montura de Sancho Panza. Espero con este texto haber colmado sus aires de grandeza y permítame, dada mi dedicación, un último consejo, céntrese en los menesteres políticos que deben ocupar su tiempo, los presupuestos totaneros no se entienden con un simple vistazo, mucho menos, en la delicada situación que se encuentra nuestra ciudad, de lo contrario, corre usted el peligro de convertirse en un mero fosfeno para la política local y regional.
De usted depende que continúe esta relación, no se lo aconsejo, recuerde que, como animal terrestre, su torpeza en los medios acuosos es inusitada. Por cierto, es todo un halago que intelectuales como usted intenten desprestigiarme, sin duda alguna, mi lugar está lejos de tan ardua inteligencia. Esta advertencia no se la tome como una amenaza, aunque debería saber que mis teclados y mis razonamientos tienen ganas, tómelo como un síntoma de humanidad. No se lo tome a mal, pero me gustaría enfrentarme, si llegara a ser necesario, con individuos de mayor nivel.
J.Nortes