En el setenta aniversario del Instituto Juan de la Cierva. La educación, eje y motor de la sociedad (Artículo de Juan Cánovas Mulero).
Totana, a lo largo de su historia, ha mostrado un claro interés por ofrecer a los jóvenes de la localidad educación y cultura. El Concejo, en junio de 1546, considerando que Aledo y su arrabal Totana tenían gran necesidad «de un maestro que enseñe a los niños y vecinos que lo quisieren aprender», consciente de la utilidad que suponía la existencia de esta figura, pero con serias dificultades para contratarlo, al «ser el pueblo pequeño o no haber tantos discípulos como se requería », lo que hacía que «ningún maestro ha estado ni querido estar», optó, atendiendo, igualmente, «a la consideración y respeto » que acompaña a este servicio, por determinar una consignación económica que alentase la llegada de docentes.
Desde esta perspectiva «se concertaron con Diego del Águila, maestro de escuela, el cual es hábil e suficiente», pagándole por su trabajo «cinco ducados de salario, por un año». Aquella primera iniciativa se fue consolidando a lo largo de los siglos, aunque condicionada por las diferentes coyunturas económicas, demasiado a menudo limitadoras para afrontar los retos, perspectivas y necesidades que demanda este principal pilar de la sociedad. En esa amplia y no siempre fácil trayectoria surgía en Totana en 1954 un centro educativo, el entonces instituto de Enseñanza Media y Profesional, en la modalidad agrícola y ganadera, Juan de la Cierva.
Estaba llamado a alentar y dinamizar su cultura, las potencialidades de sus vecinos, proporcionando formación humanística y científica, ofertando propuestas educativas necesarias e imprescindibles para avanzar en la vida y el progreso.
El instituto Juan de la Cierva, primeros pasos para su constitución
A principios de 1950 el ayuntamiento de Totana, presidido por Luis Arnao Zamora, acordaba solicitar al «ministro de Educación Nacional, la creación de un Centro de Enseñanza Media y Profesional de modalidad agrícola y ganadera». Dos años después, una nueva corporación, presidida entonces por Antonio Molina Mellado, se reafirmaba en aquella anterior inquietud, amparándose para ello en que la ciudad era Cabeza de Partido Judicial, en el que se hallaba inscrita una población que superaba los treinta mil habitantes. En ese tiempo, siendo ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz-Giménez Cortés, se aprobaba la creación de este centro educativo.
Transcurrido poco menos de un año, en concreto el uno de octubre de 1954, comenzaba la fecunda trayectoria de este establecimiento, llevándose a cabo su inauguración oficial unos días después, el diez de noviembre siguiente. En ese mismo curso emprendían su camino, además del de Totana, entre otros, los institutos de Amposta, Telde, Vélez- Rubio, Villanueva de la Serena…, computando un total de setenta y cuatro institutos laborales.
Accedían a este proyecto una nueva generación de totaneros que no habían vivido la cruda realidad de la Guerra Civil (1936-1939), aunque sí, en parte, las limitaciones derivadas de los primeros años de la posguerra. Esa andadura ha permitido, asumiendo las directrices marcadas por las diferentes reformas educativas, abrir un amplio abanico de posibilidades a cientos de hombres y mujeres no solo de Totana, sino también de poblaciones del entorno, pues se formaron en él vecinos de Aledo, Alhama de Murcia, Librilla, Mazarrón y Fuente Álamo, principalmente, hasta que en esos municipios se fundaron centros docentes de similar entidad. Un encuentro que abrió sólidos vínculos de amistad, afecto y consideración.
El instituto Juan de la Cierva, su inicial ubicación y traslado a nuevas dependencias
Ante la necesidad de encontrar inmueble para el nuevo centro educativo se ofertaron las instalaciones de uno de los grupos escolares levantados en la Segunda República y que fueron concluidos por el régimen franquista. En ese debate se planteó, en octubre de 1952, la posibilidad de utilizar para este fin «el edificio de que son dueños en esta ciudad los Padres Capuchinos, que tiene de ensanche una huerta amplia y bastante para establecer un campo de experimentación». Para su adquisición las autoridades locales comprometían su colaboración y solicitaban la del Estado, aportando el Ayuntamiento quinientas mil pesetas que pagarían en diez anualidades a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos. A su vez, ofrecería «casa-habitación gratuita al profesorado», asumiendo los gastos de personal «administrativo y subalterno».
Esta propuesta venía cargada de significado, pues de este modo se recuperaría y daría continuidad al espacio educativo que habían creado los “hijos de san Francisco” a finales del siglo XIX, el colegio San Buenaventura, referente pedagógico en el Levante español y que contó con medios técnicos y culturales de principal valía (observatorio astronómico, laboratorios de física, ciencias naturales, amplia biblioteca…), un instrumental que desaparecía en el conflicto bélico de 1936. A pesar de ello, no llegó a materializarse, mientras que sí se aceptaba por parte del Estado, en julio de 1954, el emplazamiento definitivo del Centro de Enseñanza Media y Profesional «en el grupo escolar situado en la carretera que conduce a Lorca».
En este escenario desarrolló su prolífico quehacer el instituto Juan de la Cierva hasta su traslado a las instalaciones actuales en la calle San Antonio, de la urbanización El Parral, en octubre de 1991.
En 1975, el instituto laboral creado en 1954 se extinguía en esta modalidad y se constituía el «Instituto Nacional de Bachillerato mixto». Una nueva transformación afectó al centro cuando en el año académico 1995-1996, se implantaba el primer ciclo de Educación Secundaria Obligatoria.
Al dejar de impartirse las enseñanzas correspondientes a los niveles de séptimo y octavo de EGB en los colegios, asumíael instituto al curso siguiente el indicado ciclo, equivalente a los estudios anteriores.
Profesorado e iniciativas del Instituto Laboral en los primeros años de su andadura
La primera dirección del centro se ponía bajo la tutela de Vicente Berzal Domingo,
titular del ciclo de Geografía y como secretario, asumiendo durante un tiempo la Jefatura de Estudios, Juan Menárguez Sánchez, profesor de Educación Física y Formación del Espíritu Nacional. Asumía el área de Lengua Margarita García Gómez y la de Matemáticas, Ignacio Gutiérrez Álvarez.
Unas semanas después, se incorporaba Emilio Cobos Sánchez, como profesor del Ciclo de Ciencias de la Naturaleza.
A principios de 1955 fueron nombrados profesores de Formación Manual y Dibujo, Filomeno Hostench Ramírez y Juan Garín Martí. Para el área de Formación Religiosa, había sido designado el párroco del templo de Santiago de Totana, Gabriel Cebrián Andrés. Al ser trasladado a Cartagena, asumió esta responsabilidad el nuevo párroco Antonio Gómez Pellicer.