Sra. Alcaldesa. Miembros de la Corporación. Antiguos pregoneros. Mi numerosa familia, amigas y amigos, vecinas y vecinos de Alhama, así como a todos los que nos visitan. Buenas noches y muchas gracias por estar aquí esta noche.
Ante todo expresar mi más sincera gratitud a quienes me han elegido pregonero. Es un gran honor estar en este balcón pregonando las fiestas de mi pueblo.
Me presento como un Alhameño de pura cepa y humilde empresario turístico que dedica parte de su tiempo a salvaguardar el espacio que habita. Soy algo inconsciente, siempre me ha gustado arriesgar, plantearme retos, por eso estoy aquí esta noche, quizás este sea uno de los retos que más me ha costado. Ahora si le he puesto conciencia, se lo que significa sentirte querido por tu pueblo y os confieso sentirme muy abrumado.
Toda mi vida ha transcurrido aquí, los primeros años entre la calle Alfonso Martínez Mena, la desembocadura del rio Espuña, ubicación del trabajo de mi padre y El Berro. Fui a las monjas, junto a la iglesia de la Concepción y posteriormente a la escuela de Cristo, junto a la Iglesia de San Lázaro, el paso por este aula dejaba huella, y si alguno de los que está esta noche aquí estuvo, sabrá de qué hablo. En ese mismo aula, un día, me dejaron sin ir a comer junto a otro chaval mayor que yo, no sé que habría hecho el otro, a mí me dejaron porque no sabia hacer el número ocho sin levantar el lápiz del papel, el otro pobre chaval se tuvo que quedar conmigo hasta que me enseñó. Cuento esto puesto que es un recuerdo que me ha acompañado en mi vida y me gustaría saber quién es este chico, poder disculparme y a la vez agradecer a aquel compañero su paciencia.
En todos los recuerdos del pasado me veo rodeado de muy buenos amigos y amigas, amistades que aún perduran, la gente de mi calle, mis compañeros del colegio, mis primeras excursiones a la montaña, la Agrupación Deportiva Leiva, con los que me tome la primera cerveza y el primer vino, con los que intercambié libros y discos, con los que he jugado al futbol-sala, con los que he practicado carreras de montaña y de orientación, con los que he escalado, con los que he estado días interminables montados en bicicleta, con los que viajé, todo ellos y ellas me han formado como persona y me enseñaron a compartir y vivir en comunidad.
Actualmente soy empresario turístico, trabajo desde el que ayudamos a otros a disfrutar de su tiempo libre y de ocio. Abrí el Camping Sierra Espuña, posteriormente el hotel Bajo el Cejo en el Berro, donde trabajo junto a mi hijo y el apoyo de Rosa, mi mujer y un equipo de 5 personas más, con el que me siento muy afortunado.
De pequeño veía las fiestas desde la incertidumbre de no saber si podría montar solo en la rueda de los caballitos, cuando lo conseguí, cada giro me parecía una eternidad, cada ascensión del caballo más grande y poderoso me parecía un triunfo. Más adelante los coches de choque eran una arriesgada competición por coger el más veloz y una aventura al volante. De todo esto solo tengo ligeros recuerdos, la economía familiar solo daba para unos viajes y había que administrarlos.
En unas fiestas vi mi primer concierto. No sé como llegué a estar junto a mi hermana pegado a la valla del Parque La Cubana, actuaba Peret, tampoco sé porqué todo el mundo estaba gritando, de pronto abrieron las puertas y me vi dentro del recinto disfrutando de música en vivo. No sé si influiría, pero me pasé toda mi juventud yendo a todos los conciertos que me daba el presupuesto, vi a todos los cantautores del momento, música folk, tradicional,… aún hoy oigo “Suzane” de Leonard Cohen y se me eriza la piel.
Tengo que reconocer que veía con cierta indiferencia cómo se organizaban los actos festeros que no fueran deportivos. Solo recuerdo señalar la hora y el día de la actividad de la cucaña, sorprendiéndome cómo unos chavales más jóvenes que los de mi grupo, hacían un alarde de fuerza y habilidad para llegar a lo más alto, eran “Los chinchines”. Años después coincidí con casi todos ellos en el “ninfas”.
El futbol-sala, me hizo sentir protagonista en cada 24horas organizadas con motivo de la feria. Durante unos años fueron ganadas por dos equipos de jóvenes , entre los que me encontraba, “wesen y woody”. La pista de “El Parque” se llenaba de gente disfrutando de la energía y empeño que poníamos. Cada victoria era celebrada en el bar de “El Lolo” con una Fanta y una ensaladilla. Después nos sentábamos en los bancos de madera a ver la gente pasar y comentar las distintas fases del partido anterior o cómo sería el siguiente. No recuerdo que tuviéramos otras aspiraciones, mas allá de ser los ganadores de esa competición deportiva de tanta valía para nosotros.
Hasta aquí lo que me da mi corta memoria sobre mi relación con las fiestas. Cada fecha vacacional la aprovechaba para disfrutar de la naturaleza, andando, en bicicleta o escalando. Hasta el punto de ser el modo en el que me he ganado la vida. El Parque Regional de Sierra Espuña es el entorno donde más tiempo he pasado. He disfrutado de cada estación, de la evolución de un espacio natural durante los últimos 50 años, he ascendido a sus cumbres por los sitios más insospechados e incluso más verticales, conozco cada camino andando y en bicicleta. Cuanto más conozco este paraje natural, más motivos tengo para cuidarlo. La experiencia me dice que hay que conservar el espacio que habitamos y del que nos alimentamos. Ahora, sabemos que los recursos naturales son finitos y tenemos la obligación de mantenerlos tal cual los encontramos para las generaciones venideras.
Me gustaría intentar llamar la atención a la generación de personas que estamos entre los 50 y 60 años, la mayoría de nosotros con hijos entre los 15 y los 30 y pocos años. Esta generación hemos podido disfrutar de la calle, del campo, del mar, de la montaña,… Si no hacemos un cambio en nuestro modelo económico y de vida puede ser que les estemos negando la posibilidad de disfrutar de la naturaleza a nuestros propios hijos/hijas y nietos/nietas. Ya está ocurriendo con el Mar Menor y poco hemos hecho hasta ahora para revertir la situación.
Somos la generación, año arriba o abajo, que está tomando las decisiones importantes en este país, en esta región y en nuestro pueblo. Por lo tanto, aunque solo sea por lo que más queremos, empecemos a hacer y decidir por una economía sostenible, medioambiental y social.
Durante los últimos 25 años he desarrollado mi actividad económica basada en el Ecoturismo o turismo sostenible. La actividad turística ha sido y es de vital importancia para la zona, pero no es la única y mal gestionada puede llegar a ser terrible. Gracias a ser consciente de ello, llevamos años colaborando con la dirección del Parque Regional de Sierra Espuña, intentando hacer actividades, dentro de las áreas protegidas, de baja intensidad y llevar las de más impacto por detrás de la franja de amortiguación.
Entiendo que el crecimiento económico de la actividad turística sostenible pasa por proteger y hacer crecer el sector primario. La agricultura, ganadería, apicultura,… son el atractivo principal de nuestros futuros y presentes clientes. Por ello estamos ayudando a la población local, a través de la Asociación Agroeconatura Territorio Sierra Espuña, a poner en valor la actividad que realizan y los productos derivados de ella, como el aceite, miel, vino. No sería mala idea que celebráramos nuestras fiestas entorno al consumo de los productos del Territorio Sierra Espuña, de esta manera ayudaríamos a mantener la población de nuestras pedanías altas como Gebas y El Berro.
Actualmente vivo todo el año en El Berro, tengo la inmensa fortuna de poder recoger cada día la sabiduría de nuestros mayores, cada vez quedan menos, se marchan pensando que no tienen nada que aportar ya a este mundo que va a una velocidad de crucero mayor de la que ellos son capaces de asumir. No dejemos que se vayan sin escucharlos, no todas las tradiciones agrícolas, ganaderas, culinarias, culturales,... están escritas y las que lo están, nos es más fácil interpretarlas con ellos a nuestro lado. La suma de sus experiencias a nuestra formación, hacen una sociedad más prospera. Tendría varios ejemplos pero solo os voy a decir uno, el más próximo que tengo. Un vecino de El Berro de más de 90 años nos dijo como recuperar la fuente de “El Lavador en El Paso”, que estaba 40 años sin brotar agua de forma continua, otro vecino de 60 años se puso mano a la obra con otro de menos de 30 años y hoy brota el agua como en el pasado. Esto es colaborar entre personas de distintas generaciones.
Por último. Sé que tenemos un pueblo educado y respetuoso. Yo, desde esta posición de privilegio que tengo hoy, aún quiero pedir más. En estas fiestas, las primeras después de la dichosa pandemia, tenemos el derecho de disfrutarlas todos y todas, por eso es importante que tengamos en cuenta de no excluir a nadie, y menos por ser diferente, en raza, sexo, edad, religión... En estos dos últimos meses he prestado una atención especial a lo que sentimos los alhameños en estas fechas festivas, al margen de que debemos adaptar todo tipo de actos a la actualidad, y por supuesto que hay diferencias de criterio en ubicaciones, horarios, volúmenes,... por todo ello insisto en que debemos ser respetuosos con el enfermo, con los animales, con el que debe ir a trabajar,... Y sirva de ejemplo que no siempre lleva razón el que más grita, al igual que no se disfruta más por hacer más ruido. Un pueblo solo disfruta plenamente de sus fiestas cuando se respetan las normas acordadas entre todos. Lo que parece que no cambia con los tiempos es que aprovechamos la feria para encontrarnos, charlar, compartir,... con todas nuestras amistades, personas queridas, familiares,… que están en el pueblo pero no los vemos desde hace meses, están fuera estudiando, o por trabajo, como es el caso de mi hija que hoy no puede estar aquí, o la vida simplemente les ha llevado a otro lugar diferente. Aprovechemos estos días, igual que siempre ha pasado, para compartir en los distintos actos festeros nuestras alegrías y también el recuerdo de los que nos han dejado para siempre.
Me gustaría hacer una mención especial a los que llevan tiempo trabajando para que la feria que empieza hoy sea todo un éxito, como son todos los servicios municipales y las peñas,... que os veo deseosas del pitido inicial.
¡¡¡VIVA ALHAMA!!!! ¡¡¡VIVA LA GENTE DE ALHAMA!!!!"