La Vega de Mestanza. (Artículo de Vicente Carreño en el Diario Español de la República Constitucional)

La Vega de Mestanza. (Artículo de Vicente Carreño en el  Diario Español de la República Constitucional)

La Vega de Mestanza, el Mar Menor, el Valle del Guadalentín y esas odiosas listas de partidos estatales. O lo que es lo mismo: la ausencia de representación política del elector.

Antes de hablar concretamente de la Vega de Mestanza, debemos decir que en todo el ámbito de la geografía española, y desde que se aprobara la carta otorgada del 78, la que otros llaman Constitución del 78, viene sucediendo lo mismo. Los electores no eligen, sino que ratifican listas de partido, en las que figura una especie de empleados del jefe de turno. Una vez realizado el escrutinio de esos porcentajes de votos, por el sistema proporcional y corregido por la ley d’Hont, se le atribuye a cada partido un número de diputados. Éstos pasarán a ser representantes del jefe de partido que los ha colocado en esa lista y, de esta manera, se olvidarán de los ciudadanos, de los votantes y de los contribuyentes que supuestamente estarían llamados a representar. Y pasarán a votar, por mandato imperativo, todo aquello que los jefes les ordenen. Esta es la lamentable y odiosa experiencia que vivimos día a día.

El poder legislativo al servicio del poder ejecutivo

Así pues, tendremos barrios, sectores productivos, comarcas, distritos electorales, provincias y distritos de grandes ciudades que, afectados por problemas de diversa índole, no encuentran amparo, protección ni representación, por parte de esos supuestos representantes ante el atropello, la sinrazón, la desmesura y la ausencia de diálogo para abordar cuestiones que tienen que ver con asuntos esenciales de la vida cotidiana:

  • Deterioro del medio ambiente.
  • Protección de la Salud Pública.
  • Contaminación acústica y química del aire.
  • Creación de barreras arquitectónicas dividendo ciudades.
  • Reconversiones industriales.
  • Instalación de grandes depuradoras en zonas protegidas por su valor cultural, social, histórico y ecológico.
  • Contaminación del aire y de la tierra así como de los habitantes de una determinada zona, por las altísimas ondas electromagnéticas que producen tendidos eléctricos.
  • Contaminación de grandes lagunas protegidas por causa del vertido de aguas residuales y de otras que arrastran cantidades ingentes de fertilizantes y productos fitosanitarios.
  • Talas masivas de arbolado (naranjos, mandarines y limoneros) que son cultivados con gran esmero utilizando métodos ecológicos y riego por goteo y que dan trabajo a gran cantidad de jornaleros. Todo ello para construir algún tipo de obra que deciden en despachos lejanos los cargos políticos y técnicos que hacen oídos sordos a razones de peso y al sentido común.

Claro, si los ciudadanos tuvieran representación política verdadera, esto es, verdaderos diputados de distrito, elegidos nominalmente, por sus nombres y apellidos, en candidaturas con un titular y un suplente, en distritos pequeños —de en torno a 100.000 habitantes—, y a doble vuelta si en la primera no hubiera ninguno con mayoría. Este diputado estaría obligado y concernido por un vínculo o mandato imperativo de esos electores (ahora sí electores) y acudiría a esa cámara para defender los intereses de esos representados. Haría oír su voz, tomaría iniciativas para sumar a otros diputados de zonas próximas. Esto puede suceder cuando hay separación de poderes en origen, cuando se elige por separado al poder ejecutivo del legislativo, en elecciones separadas, y en ambos casos mediante un sistema electoral mayoritario y a doble vuelta, capaz de garantizar mayorías solventes. ¡Pero ojo!, esto significa que la nación legisla y que el Gobierno (poder ejecutivo) ha de gobernar. Aquí ya la asamblea legislativa no estaría a las órdenes del Gobierno, sino para representar a la nación frente al Estado.

Ni los habitantes de la rivera del Mar Menor (en Murcia), ni los afectados por la Línea de Alta Tensión (en Totana), ni los afectados por la construcción de la depuradora en la Vega de Mestanza (en Málaga) han contado con la ayuda, el apoyo, la representación política oportuna y eficaz frente al todopoderoso Estado.

La amenaza de la depuradora en la Vega de Mestanza

La Vega de Mestanza está ahora amenazada por la construcción de esa depuradora. Esto supondría la tala masiva de 20.000 naranjos y limoneros. Un verdadero desacierto sobre un entorno ambiental que supone, además de ser despensa y pulmón de Málaga ciudad y de Alhaurín de la Torre, un atentado contra la naturaleza, a la que estamos llamados para defender y a cuidar y proteger.

Los vecinos afectados han llevado a cabo diversas iniciativas para tratar de evitarlo y, de esta manera, han llamado a las puertas de ayuntamientos afectados (Málaga y Alhaurín de la Torre). Allí se han aprobado sendas mociones en los plenos municipales. Igualmente, han contactado con diputados de diversos partidos en el Parlamento de Andalucía, que han elevado proposiciones no de ley y mociones a esa institución. En fin, estos afectados, como buenamente han podido, ha desarrollado cierto activismo para dar a conocer la gravedad del problema al que se enfrentan ellos y el medio en el que transcurren sus vidas generación tras generación desde 1.924. Esta suerte de activismo político no ha sido suficiente para frenar en seco al caballo desbocado del Estado (en este caso dicho caballo es el ejecutivo andaluz) que con sus diputados de lista integrados en la mayoría, obedientes al presidente Moreno Bonilla, han respaldado dicha construcción a la vez que han dado las espaldas a los afectados.

Existen emplazamientos alternativos para construir esa depuradora, que además de tener menor impacto ambiental resultarían mucho más económicos de llevar a cabo, ya que este Valle de Mestanza es una zona que requeriría construir una especie de isla a base de hormigón y grandes movimientos de áridos, para luego, sobre dicha elevación, construir la gran infraestructura. Todo esto viene determinado porque este emplazamiento es una zona inundable por las aguas del rio Guadalhorce, esto es, el Gobierno andaluz diseña y aprueba la construcción de una gran infraestructura en una zona inundable.

Desde que se aprobó la carta otorgada del 78, esto viene sucediendo una y otra vez, y en todo el territorio nacional, es la consecuencia lógica de la ausencia de representación política, y esto es así porque lo ha impuesto la clase política al resto de ciudadanos. Establecieron el reparto del poder del Estado en cuotas y porcentajes para asignárselo a los dirigentes de los partidos. Eliminaron la separación de poderes, la representación política y la independencia de la Justicia. Padecemos un mismo poder con división de funciones.

Y ¿qué podemos hacer? ¿Qué pueden hacer unos y otros? Los del Mar Menor, los del Valle del Guadalentín, los de la Vega de Mestanza…

Pues lo que hicieron los 780 vecinos del valeroso pueblo de Benizar (bella pedanía de Moratalla, en Murcia), que ante afrentas del estilo y la desatención reiterada de parte, tanto del Ayuntamiento como de la comunidad autónoma, acordaron abstenerse de ir a votar en las elecciones municipales, autonómicas y generales en dos ocasiones seguidas (se abstuvo el 98 % del censo). Y se hicieron escuchar. De esta manera, descubrieron que a los partidos políticos se les puede negar la legitimidad. Y Benizar se convirtió en el primer núcleo abstencionario de España. Descubrieron que los partidos no son nada si el día de las votaciones uno decide, por dignidad y por amor propio dejar de otorgarles esa legitimidad.

El gran pensador político español, jurista y hombre de acción D. Antonio García-Trevijano ha defendido, desde el establecimiento del pacto de la Transición, que la manera de restarle legitimidad a este régimen es no acudir a votar hasta conseguir una alta abstención, que ante una crisis significativa ponga en jaque al Estado y de esta manera la sociedad civil tome las riendas para llevar a cabo un período de libertad constituyente, pacífico y ordenado.

El MCRC

D. Antonio García-Trevijano Forte, fundó una asociación cultural y prepolítica, el MCRC (Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional), que defiende y promueve lo siguiente:

  • La abstención electoral activa.
  • La separación de poderes en origen.
  • La representación política del elector.
  • La libertad política colectiva.
  • Un período de libertad constituyente.
  • La Democracia como forma de Gobierno.
  • La República Constitucional como forma de Estado.

En definitiva, un sistema de poder y contrapoder por el que el ciudadano se sienta protegido.

Invitamos a todos los españoles privados de libertad política colectiva y que perciben la ausencia de democracia, de separación de poderes y de representación, a que se unan al MCRC, para continuar la obra y la acción de este ilustre pensador. Solo de esta manera, la sociedad civil tendrá la oportunidad de articular la defensa de sus intereses frente al Estado.

Vicente Carreño.