Pastillas para no soñar. (Artículo de opinión de Fernando Guerao)

Pastillas para no soñar. (Artículo de opinión de Fernando Guerao)

Cantaba Joaquín Sabina “toma pastillas para no soñar” y parece ser que en mi pueblo nos hemos atiborrado a esta clase de medicación.

Es cierto que, aquí en Totana, arrastramos una realidad económica que repetida una y otra vez por políticos, agentes sociales, prensa , etc. Ha ido dando forma al espíritu de las vecinas y vecinos haciéndonos cada día más pobres a nivel deseos y, poco a poco, nuestras expectativas como sociedad día a día se han ido limitando hasta prácticamente desaparecer.

La deuda municipal (que es cierto que existe) se ha convertido en la excusa para que la mayoría de la población se conforme con muy poco: Pintar un paso cebra o tapar un bache son considerados como un gran éxito. Abrir un aparcamiento temporal en un solar privado es el gran éxito de una legislatura. La miseria económica nos ha traspasado y ha vencido hasta el punto de hacernos más pobres de espíritu, más pobres de deseos, más pobres de sueños.

Yo recuerdo una Totana en la que los totaneros estábamos orgullosos de nuestro pueblo y éramos un referente a nivel regional. Poco teníamos pero sabíamos lo que queríamos. Queríamos  un polideportivo, y lo tuvimos. Queríamos un polígono industrial, y lo tuvimos. Queríamos una plaza en condiciones, y la tuvimos. Toda esa capacidad de desear ha ido muriendo y ahora somos incapaces de imaginar una Totana mejor, incapaces de desear una Totana con perspectiva de futuro, de soñar en una Totana para nuestros hijos.

De repente una persona, Isa Molino, nos propone de nuevo que soñemos, que seamos capaces de ver el futuro sin miedo, que volvamos a imaginar nuestro pueblo con una perspectiva de futuro. Que no va a ser fácil pero que si es posible y nos sorprenden las reacciones de algunas voces conservadoras diciéndole a nuestros ciudadanos que no, que es imposible renegociar nuestra deuda, que no hay que fomentar el turismo, que no hay que imaginar la rambla como una gran avenida. En definitiva que sigamos adormilados, que está prohibido soñar.

¿Vamos a echarle valor y nos dejamos las pastillas para no soñar?

Fernando Guerao