Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja. Por Juan Cánovas Mulero.

Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja.  Por Juan Cánovas Mulero.
Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja.  Por Juan Cánovas Mulero.
Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja.  Por Juan Cánovas Mulero.
Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja.  Por Juan Cánovas Mulero.
Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja.  Por Juan Cánovas Mulero.
Tradicionales actividades comerciales en torno al Puente, Rambla y Balsa Vieja.  Por Juan Cánovas Mulero.

La rambla de La Santa, accidente geográfico que secciona al núcleo poblacional de Totana en dos grandes barrios, Sevilla y Triana, ejerció una importante atracción entre los vecinos a lo

largo de la historia, desarrollándose en sus alrededores principales actividades económicas, como también el encuentro entre sus gentes. 

Un punto clave de esa forma de relieve fue la vaguada que vadeaba su lecho, pues en sus aledaños se ubicaron el mesón de la Encomienda, el de Alonso Ramos, pilar, almazara y muladar, con lo que transeúntes y ganados encontraban en él un punto de referencia, descanso y abastecimiento. El lugar alcanzaba un mayor protagonismo cuando en la centuria del seiscientos, con el apoyo de los moradores y el impulso del Concejo, se edificaba un puente para facilitar su tránsito. A partir de entonces en sus inmediaciones se situaron espacios comerciales y de suministros; unos, de modo permanente; otros, esporádicos, en función de los productos de temporada. 

Así, la llamada «plaza de la Verdura », grupo de casetas en donde surtirse de productos básicos, las carnicerías, el despacho de nieve o la venta ambulante de pescados… son ejemplo de ello. 

Este enclave, cercano al eje vital de la vida social, política y religiosa de la villa, que vibraba junto a la Balsa Vieja y al calor de la plaza del Ayuntamiento, presentaba una cierta discreción y justa separación para que el despliegue de estas actividades económicas y los inconvenientes que de ellas se derivaban (olores de productos no siempre en buen estado de conservación, tránsito de animales…), no distorsionasen los acontecimientos que se desarrollaban en ese otro ámbito público, emblema del discurrir espiritual y representativo de la población. De hecho, en la primavera de 1824 se denunciaba la venta de carnes insalubres y pescado con principios de podedumbre. 

Para evitar estas circunstancias y favorecer un adecuado servicio a la población se levantaba, entre la rambla de La Santa y la Balsa Vieja, el mercado público conocido como «plaza de la Verdura ». Esta sencilla infraestructura contaba para finales de 1880 con 17 casetas, mientras que en la descripción de 1910 se dice existir tan solo seis de ellas (una dedicada al repeso de los productos, dos carnicerías, una barraca de puesto y un edificio a pescadería), con lo que

varias de ellas debieron quedar sin servicio, recuperándose posteriormente, pues en la imagen que reproducimos, fechada en 1931, se aprecia una cantidad de establecimientos que supera

la docena. En sus inmediaciones existió una pequeña lonja La arraigada tradición que se vivía en la villa impregnada de valores religiosos, veneraba, según señala Munuera y Abadía, «en un nicho que había en los soportales de la antigua carnicería», la Santa Faz, conocida  opularmente como «Cara de Dios». El peso de este fervor llevó a los vecinos a construirle en

1741 una capilla, «en el sitio que hay a espaldas del cuarto que sirve de pescadería ». Lo poco decoroso que consideraron los visitadores santiaguistas el lugar hizo que se trasladase la imagen al templo de Santiago y el local fuese cedido para usos comerciales. En los procesos

desamortizadores del siglo XIX fue enajenado de los bienes de Propios de la villa y pasó a propiedad particular. 

Fue en el año 1951 cuando Totana llevó a cabo un proyecto de entidad, levantando Mercado Público, siguiendo planteamientos higienistas y haciendo realidad una aspiración que había

quedado desterrada en la década de 1920, cuando un suntuoso proyecto constructivo pretendía edificar un inmueble destinado a ese fin y que las adversas circunstancias del momento lo impidieron.

 MERCADITO DEL PLATA, una iniciativa de la familia Romero García. 

En la década de 1930 la familia Romero García se hizo cargo de una de las casetas próximas al mercado de la Verdura.

Al acabar la Guerra Civil, Domingo Romero García, uno de sus miembros, bautizó este comercio como «Mercadito del Plata», dedicado, fundamentalmente, a la venta de carnes y similares. Esta denominación vino propiciada por el hecho de que el padre de Domingo, José

Romero, se trasladó a Argentina y Domingo marchó con él. Al regreso a Totana, recordando su etapa vivida en aquellas tierras, nominó este puesto con tan llamativo nombre. 

Fue un compartimiento muy popular en la localidad que estuvo en uso hasta que, a principios de la década de 1950, se procedió a su derribo para levantar la Plaza de Abastos.

Se trataba de una pequeña construcción con ventanales abatibles que permitían dejar amplios huecos para el despacho de las mercancías

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